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Regalo de Sant Jordi

Este es un pequeño regalo, el capítulo 11 de "La Libreta. Los 10 hábitos que construyen a la gente extraordinaria" en el que Pol, el protagonista, se da cuenta en primera persona de lo importante que es ser buena persona, para uno mismo y para cambiar a los demás.

CAPÍTULO 11

SER BUENA PERSONA

 

Los entrenamientos avanzaban y Pol ya se había recuperado de la lesión. Estaba jugando bien y todo iba sobre ruedas si no fuese porque Jimmy, uno de los jugadores veteranos del equipo ya hacía días que estaba a malas con él. En realidad, Jimmy tomó el lugar de Pol cuando éste se lesionó y al ver que Pol estaba volviendo, estaba receloso.

En los entrenamientos de la semana, anterior le había agarrado por la camiseta dos o tres veces durante los ejercicios, retardándole las acciones. Pol había callado pero su mirada hacia Jimmy no había sido de lo más cómoda.

Ese martes, en un par de ocasiones en que el entrenador no miraba, le había puesto la zancadilla y lo había derribado. Algunos jugadores lo habían visto pero no habían dicho nada.

—Oye Jimmy, vale ya. Llevas días tras de mi y no entiendo qué quieres —le interpeló Pol mientras se levantaba.

—Tranquilo muchacho. Aquí cada uno va a la suya —replicó Jimmy—. Yo estuve jugando mientras tu estuviste lesionado así que ahora no te será fácil volver al equipo. Eres joven y tienes mucho que aprender.

El entrenamiento siguió hasta que en uno de los ejercicios de tres contra tres Pol driblo a Jimmy y éste lo zancadilleó por detrás una vez superado. Pol voló por los aires, afortunadamente cayó rodando y con una pirueta se levantó de golpe.

El ejercicio siguió sin que Pol dijese nada pero en la siguiente acción, Pol propinó un empujón a Jimmy para quitarle el balón y lo mandó al suelo. Jimmy se levantó hecho una furia y se encaró a Pol.

—Eh, chaval, ¡no te pases conmigo! Le conminó

Pero Pol simplemente lo apartó de delante y se preparó para la siguiente acción.

Ante la persistencia en buscar bronca de Jimmy, el entrenador detuvo el entrenamiento. Les llama a los dos.

—Pol, ¿qué ocurre? —le preguntó.

—Nada, nada —lo tranquilizó Pol—. Son cosas del juego. El va fuerte a los balones, lo entiendo, pero si se cree que me acobardaré, va listo. También voy fuerte.

El entrenamiento acabó sin más conflictos.

Una vez en el vestuario, después de ducharse, mientras Pol se estaba poniendo los zapatos se le acercó a Jimmy y le recriminó.

—Que sea la última vez que me entras así. Los veteranos merecemos un respeto.

—Yo te respeto, y como veterano más —respondió Pol—. Pero cuando estamos en el entrenamiento yo me entrego por lo que pide la situación.

—Tu sabrás lo que haces —le recriminó con tono amenazante—. En los entrenamientos eres muy valiente pero luego en los partidos te vas a encoger y a asustar —y le hace gestos de burla.

El resto del equipo contempló el intercambio de palabras con perplejidad y preocupación. Pol no entró demasiado al trapo, se acabó de vestir y salió del vestuario. En el camino hacia la zona del aparcamiento coincidió con Johan.

—Menudo pique tienes con Jimmy, eh Pol —le comentó—. Pronto le llegará el momento de la retirada, pero tiene miedo de que tu tapes su final de carrera. Piensa que no tiene nada más.

—Ya, pero eso no es culpa mía —se incomodó Pol—. Cada uno nos buscamos la vida.

—Sí, pero no te pelees con él —le aconsejó el capitán—. Tu nivel está por encima del suyo. Tienes más talento y tienes más futuro.

—Lo sé, pero cuando está cerca tengo que reconocer que estoy un poco asustado.

—Tranquilo, es normal. Ha sido un gran jugador y con mucha personalidad.

—Y entonces ¿qué tengo que hacer?

—Aprender a saltar —respondió Johan dando un pequeño saltito en medio del pasillo.

—¿A saltar? —se extrañó Pol.

—Sí, en los dos sentidos. Cuando te vaya a entrar en el campo, suelta la pelota antes de que llegue y salta por encima suyo —le aconsejó.

—Pero para eso tengo que verlo venir.

—Claro. Es que tienes que doblar tu atención —le recomendó Johan mientras regateaba con elegancia la fuente de agua que les obstaculizaba el paso—. Eso incluso va a ser bueno, porque te hará estar más centrado. ¿Te acuerdas cuando te decía, no te quejes? ¿Que uses todo lo que venga para hacerte más fuerte y mejor? Pues esta es otra de las situaciones. Tienes que enfrentarte a alguien desagradable, un auténtico hijo de… no uses sus armas. Ahí él te ganará.

—¿Tú crees? —dudó Pol.

—Desde luego —confirmó Johan—. Le queda poco talento, solo conserva sus trucos, sus artimañas. En el juego sucio es experto.

—Entonces, tengo que estar atento y evitar chocar con él —concluyó Pol.

—Sí. En el campo y fuera del campo. Tú estás por encima. No tienes que volverte como él. Si te habla, respóndele, pero no te pelees desde su visión sino háblale desde la tuya. Tú tienes talento, háblale con talento. Pero háblale. No te acobardes. Si te quedas callado te habrá ganado.

—O sea, que no tengo que volverme malo pero tengo que hacer de bueno —creyó entender Pol.

—A eso me refiero —asintió Johan con la cabeza—. La razón por la que jugadores como él están ahí es porque algunos se amedrentan. Él hace lo único que le queda, por eso lo hace y, te aviso, lo hará. Es lo único que tiene. Es lo poco que le queda.

Sin darse cuenta habían llegado a la puerta que daba acceso al aparcamiento.

—En cambio, tú tienes más que eso —continuó Johan— pero si no lo expones te ha ganado. Juega limpio y sé buena persona. Ese es el secreto. Ser educado no significa ser débil. Ser contundente no significa ser rudo.

El capitán abrió la puerta y dejó pasar a Pol primero.

—Los deportistas somos personajes públicos —le recordó Johan—. Mucha gente se quiere ver reflejada en nosotros, especialmente los niños. Tenemos que ser un ejemplo para ellos. Nuestra conducta dentro y fuera del campo debe ser intachable.

—Yo lo procuro, es lo que mis padres me han enseñado —asintió Pol.

—Y hay que ser así en las situaciones fáciles y en las difíciles. Cuando todo va bien, es fácil. Pero cuando las cosas no le van a uno bien, y te pilla el mal humor, es cuando hay que prestar especial atención a ser educado y cortés.

El acceso al aparcamiento estaba controlado ese día por un portero distinto al habitual. Al llegar a su altura Johan lo saludó y siguió, pero el portero lo detuvo por un momento y le cortó el paso.

—Eh, disculpe. No se puede pasar. Solamente con un pase puede cruzar esta puerta.

—Oh, no se preocupe, somos jugadores del primer equipo —le respondió—. Tenemos el coche ahí.

—Lo siento. ¿No tienen un carné o algún documento? — insistió el empleado, mostrando su credencial.

—Pues no… pero hombre…

Con el murmullo que estaban creando, el jefe de seguridad que estaba a unos cincuenta metros, se acercó rápidamente intuyendo lo que estaba pasando y se dirigió al empleado, recriminándole:

—Pero bueno, ¿no sabes quién es este señor? —Le dijo—. ¡Es la estrella de nuestro equipo! Nosotros trabajamos aquí en parte gracias a él.

—Pues no, lo siento… —le contestó avergonzado y dirigiéndose a Johan.

—Tranquilo —le contestó sonriendo—, yo tampoco conocía tu nombre. Así que en realidad los dos estábamos igual.

El muchacho respiró aliviado y agradecido. Johan y Pol se dirigieron hacia sus coches.

—Procura dejar a los demás mejor de lo que estaban cuando dejes de hablar con ellos. Ese es el secreto para que te recuerden —reflexionó Johan en voz alta—. Saluda siempre a todo el mundo, al entrar y al salir. Nunca sabes quien te va a ayudar, ni sabes cómo está esa persona ese día. Tú puedes alegrárselo, prestándole un minuto de tu atención. Recuerda: ser amable no significa ser débil, ser fuerte no implica ser rudo.

 

Pol redobló su atención durante el resto de la semana. Ese jueves, Jimmy le hizo una entrada durísima, Pol saltó por encima, le evitó y siguió jugando. Esto enfureció más a Jimmy, que en la siguiente acción le volvió a entrar con mayor dureza, lanzándose a

sus pies. Pol, que lo vio llegar, frenó su movimiento y Jimmy pasó de largo golpeándose con una valla que había cerca del límite del campo. El impacto fue terrible y Jimmy acabó dañado gravemente en su pierna derecha. Fue trasladado rápidamente al hospital porque la herida estaba abierta. El incidente dejó a todo el equipo helado y, como faltaba poco para acabar el entrenamiento, el Míster decidió darlo por acabado.

Jimmy tuvo que ser operado esa misma tarde y le dijeron que tenía que pasar unos días en el hospital y varios meses sin jugar.

 

***

 

Al día siguiente, después de entrenar, Pol se dirigió al hospital a ver a Jimmy. Al cruzar el vestíbulo se detuvo en el quiosco y compró tres revistas de coches.

Cuando llegó a la puerta, golpeó con sus nudillos y entró. Jimmy estaba tumbado en la cama, con su pierna derecha enyesada. Su cara de sorpresa era mayúscula ya que Pol era la primera persona que iba a visitarle.

—Hombre Pol, ¿qué haces aquí? —le preguntó.

—Pensaba que estaría bien venir a verte para estar un rato contigo. ¿Cómo estás?

—Pues aquí, mira, enyesado y esperando a ver qué me dicen. Pero vaya, cuatro meses no me los quita nadie. ¡Vaya manera de acabar la temporada!

—Pues sí, pero vamos a esperar lo que dice el doctor… quizás no sea tan grave. Yo me recuperé rápido de mi lesión, ¡seguro que tú también de esta!

Pol metió la mano en la bolsa que llevaba y le extendió las revistas a Jimmy.

Este, sorprendido más todavía que antes le preguntó:

—¿Y esto que es?

—Pensé que si tienes que estar algunos días aquí, podrías distraerte con las revistas. Siempre escucho que hablas de coches y te he visto alguna vez con revistas, así que pensé que te gustarían.

La cara de Jimmy cambió de repente. Toda la rudeza que tenía cuando hablaba, especialmente con Pol, se tornó en amabilidad.

—Caramba Pol, muchas gracias, no sé qué decir…

—No me digas nada, léelas a ver si te distraen y te animan—le dijo guiñándole un ojo.

En ese momento entró en la habitación la esposa de Jimmy que había estado comiendo en el restaurante del hospital.

—Bueno, ya estás acompañado otra vez — le dijo Pol—. Me voy… supongo que los demás del equipo no tardarán en venir a verte —y se dio media vuelta. Pero antes de llegar a la puerta, escuchó a Jimmy llamarle una vez más.

—Pol, ¿te acuerdas de la entrada que me devolviste el otro día?

—Sí, sí, lo siento…

—No, chico, no te disculpes. Por dentro me enrabietó, pero tengo que reconocer que en realidad me gustó. No te acobardaste y demostraste carácter. Vas a ser un gran jugador Pol. Sigue trabajando que eres un ejemplo para todos.

—Gracias Jimmy, le dijo Pol un poco sonrojado. Significa mucho para mí, viniendo de ti.

Mientras bajaba por el ascensor Pol pensó acerca de lo que le había dicho Jimmy y Johan. Los conflictos hay que encararlos con determinación y mostrándote tal y como eres, pensó. Al final del día lo que cuenta es como tu te sientes contigo mismo.

 

Al salir por la puerta del hospital Pol respiró un día precioso, de los que le gustaban. El cielo completamente azul, sin ninguna nube y un sol radiante. El hospital estaba en la zona alta de Barcelona, de manera que se dirigió a uno de sus lugares favoritos para contemplar la ciudad. Casi llegando a la cima del monte del Tibidabo, justo a un lado de la ciudad, había un mirador desde el que se contemplaba toda la ciudad. Le encantaba contemplarla imaginando las vidas de las personas que había allí y cómo él y sus compañeros detenían prácticamente el ritmo de la ciudad cada vez que jugaban un partido.

Estuvo unos diez minutos absorto y pensando. Sacó su libreta roja y escribió de nuevo la lección que acababa de aprender.

SER BUENA PERSONA.

El carácter es importante. La firmeza es crucial, pero por encima de todo hay que ser buena persona.

Ante cualquier situación siempre voy a poner la honestidad por delante.

La bondad es un camino poco transitado, porque los resultados no llegan a corto plazo. Requiere paciencia y resiliencia. Primero debemos transformar nuestro interior para después manifestarlo en el exterior. Querer ser buena persona no es suficiente. Nuestros actos tienen que demostrarlo.

Es cierto que siendo buena persona hay un riesgo que debemos tener en cuenta: que se aprovechen de nosotros. Hay que ser bueno, pero estar atento y no dejar que te pisen. Lo más importante es actuar, actuar desde la bondad. Actuar como bueno. Si te quedas mirando y quejándote, se aprovecharán de ti y te pisotearán. Te utilizarán. Actuar desarrollará tu carácter. Cuanto más actúes con bondad y más seguro te muestres, más carácter desarrollarás. Carácter de bueno. Y el carácter de bueno es cien veces más potente y más contagioso que el de ser un necio.

Porque al final, jugar a ser bueno es jugar a otro juego. La verdadera recompensa por ser bueno no reside en la admiración de los demás sino en la fortaleza del carácter. En la propuesta de un juego que está por encima del resto. Un gran futuro no puede estar basado en la mentira. Ser grande implica ser honesto contigo mismo. Es imposible mantener una autoimagen positiva de nosotros mismos cuando sabemos que actuamos mal. Y para alcanzar mis grandes objetivos necesito que mi autoimagen genere pasión y fuerza verdaderas.

 Al final lo que cuenta, lo que realmente permanece, es lo que te ganas por tus méritos, no engañando a los demás. Ser tramposo o marrullero puede parecer beneficioso a corto plazo, pero nadie realmente grande consiguió su grandeza siendo un egoísta.

Actuar desde la bondad supone no reaccionar con rudeza aun cuando sabes que tienes razón. Hablarépositivamente aunque esté rodeado de negatividad. Responderé con buen carácter incluso las agresiones de los demás. Pero ser bueno no supone ser débil, ni ingenuo, ni tímido.

Para ello voy a ser educado, honesto y felicitaré a los demás cuando se lo merezcan. Es importante aprender a perdonar, aunque ello no signifique olvidar, porque si olvidas, te la pueden volver a jugar. Seré amable con todo el mundo. Al final lo que hacemos pasa, pero la gente nunca olvida como le hiciste sentir, así que responderé siempre con amabilidad. Tendré siempre una sonrisa a punto. Procuraré sacar lo mejor de cada momento, y sobretodo seré persistente porque sé que este es un camino largo.

Voy a vivir desde la bondad y voy a procurar contagiarla con mi ejemplo.

¿Qué ocurriría si todos fuésemos iguales en nuestra conducta? Si todo el mundo fuese bueno, el mundo sería un buen lugar para vivir. Pero si todos fuésemos malos, acabaríamos destruyéndolo todo. Por eso decido ser y contagiar bondad.

  

MÁS: Cuidaré mi lenguaje al comunicarme con los demás porque mi lenguaje escribirá mi pensamiento. Procuraré usar siempre un lenguaje positivo que transmita optimismo.

MENOS: Evitaré juzgar a los demás. No buscaré sus errores, porque entonces no me quedará tiempo para corregir los míos. Si gasto energía en destruir me faltará para construir mi mundo.

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